miércoles, 9 de enero de 2013

El silencio no encuentra el acento


A Mario y a Álex. A Florencia y a Madrid


El silencio no encuentra el acento
del Origen
y me duele el mundo en la distancia
entre costado y costado
como le debe doler al tiempo
el peso de mi transparencia.

No me refiero a las flores de ceniza,
ni a las nueve noches henchidas
de caballos en el Arno.
Hablo de la mutua transparencia
de tres,
de semillas desesperadas
y retinas astilladas.

Quiero deciros, pero se me enquista
vuestra tinta
en la garganta.
Quiero llorárosla, a ella, al silencio.
Al Origen.

Quiero que contéis la distancia entre costados,
el peso de mis entrañas en la boca de sus perros.

Mis venas enraizadas en sus ojos.

Sangre negra del ataúd
del pájaro extranjero.



Javier Mendieta